
Los aromas de Tailandia, las formas de China, el picante de Vietnam y el sonido de las olas de Filipinas ya quedaron atrás. Volvemos a Barcelona, su paraíso particular. Volvemos al bullicio, a las luces nocturnas y a los rincones secretos. La complicidad de Raquel y David no tiene fronteras. Sólo hay que mirar por el visor para comprobarlo.