
Hace tiempo, Juan conoció el esconjuradero de Guaso y las leyendas que rodeaban ese lugar. Orientados a los cuatro puntos cardinales, cerca de la iglesia y en lo más alto del pueblo, los esconjuraderos servían para ahuyentar los males que atenazaban al pueblo, en su mayoría en forma de tormentas.
Era un lugar mágico donde unir la energía de Juan y Laura. El recorrido hasta allí estuvo lleno de magia. Ellos decidieron que el día de su boda estarían con sus invitados y la sesión de pareja la harían con calma en un lugar especial. Y así fue.
Gracias a los dos por esta tarde en el maravilloso Sobrarbe.